¿Zonas de libre comercio, uniones aduaneras o mercados comunes?

Haciendo referencia al artículo que publicamos en la edición anterior de la Revista Nuestra Gente; llamado Los Bloques Económicos en el Siglo XXI, consideramos enriquecedor dedicar este artículo a explicar ciertos conceptos que ayudan a comprender mejor la geo-estrategia política en que se desenvuelven los bloques, en la arena internacional.
No podemos entender el porqué de las alianzas estratégicas pactadas dentro de un bloque como el MERCOSUR, sin antes saber cuál es el nivel de integración que dicho bloque ha alcanzado. De igual forma, para entender cómo se maneja la relación tripartita entre Canadá, Estados Unidos y México, dentro del TLCAN, es necesario saber que dicha relación se desenvuelve dentro del marco más básico de integración existente y eso implica que el nivel de compromiso de las naciones que lo integran es bajo.
Alfredo Guerra-Borges, junto con otros analistas internacionales como BelaBalassa, coinciden en que la integración económica entre naciones consta de varios niveles, dependiendo del grado de compromiso y pérdida de soberanía que los países signatarios estén dispuestos a asumir.
El primer –y más básico- nivel de integración económica que existe, es la Zona de Libre Comercio. Bajo este esquema, los países impulsan la liberalización comercial entre sí, pactando la libre circulación de mercancías, por medio de la reducción arancelaria, donde no existe pérdida de soberanía alguna entre las partes. El ejemplo más claro, es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
El segundo nivel de integración, aun siendo muy básico y técnico, ya incluye un elemento extra a la zona de libre comercio, que aumenta el grado de compromiso entre los países signatarios. Se trata de la Unión Aduanera, en la que además de la libre circulación de mercancías, se impone un arancel externo común a todas aquellas importaciones de productos que provengan del exterior. Esto quiere decir que si por ejemplo; Indonesia quiere exportar telas a un bloque económico como el MERCOSUR –conformado por Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela-, tendría que pagar la misma cuota arancelaria entrando por cualquiera de las cinco fronteras.
El tercer nivel de integración, requiere un mayor grado de compromiso entre los miembros y ya implica cierta pérdida de soberanía. Se trata del Mercado Común. Bajo este esquema de integración, los países miembro, además de contar con una zona de libre comercio y una unión aduanera, pactan también una integración de factores. Esto significa que, además de una libre circulación de bienes, se liberaliza la circulación de personas, servicios y capitales.  Lo intangible se negocia y gracias a esto es posible contar, por ejemplo; con un pasaporte común para la entrada libre de personas por cualquiera de las fronteras de los países signatarios. De igual forma, se incentivan las negociaciones y beneficios empresariales intra-bloque y se armonizan políticas sociales, laborales y comerciales que permitan la efectividad que requiere este nivel de integración. En este sentido, podemos poner como ejemplo al Mercado Común de Centroamérica (MCCA) o la propia Comunidad del Caribe (CARICOM por sus siglas en inglés).
El cuarto nivel de integración es la Unión Económica. Bajo este esquema, además de los compromisos asumidos en la zona de libre comercio, la unión aduanera y el mercado común, se homologan las políticas monetarias, fiscales y económicas de los países miembros del bloque, para crear una moneda común. El único ejemplo que existe sobre este nivel de integración, es la Unión Europea –específicamente la zona euro, representada por 17 de las 27 naciones que conforman al bloque regional-. Como hemos podido ver en los últimos tiempos, este nivel de integración ha generado mucha polémica a nivel internacional, ya que la pérdida de soberanía bajo éste régimen, es bastante alta, lo que pone en riesgo a todas las economías, cuando una de ellas no ha sabido sanear sus finanzas.
Originalmente, la puesta en marcha del euro, parecía ser el gran modelo a seguir internacionalmente. Se mostraba con firmeza y solidez el nivel de unionismo alcanzado entre los miembros del bloque. Una década después, el sistema monetario común adoptado, muestra sus grandes deficiencias, poniendo en tela de juicio la factibilidad de haber adoptado tal estrategia integracionista.
El quinto y último nivel es la Integración Total –por algunos llamada Integración Global o Unión Total-. Como su nombre lo indica, la idea es homologar las políticas en el ámbito jurídico y legislativo entre los países miembro, que les permita establecer una misma política exterior común y de defensa para su representación integral y unánime ante el orbe mundial. Este es el máximo nivel de integración que puede alcanzarse y el único bloque que ha logrado aproximarse a esta ambiciosa intención es nuevamente la Unión Europea.
Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa en diciembre del 2009, el bloque logró consolidar su propia personalidad jurídica para firmar acuerdos internacionales a nivel comunitario. De igual forma, se crearon dos figuras centrales dentro de la Unión Europea; el presidente del Consejo Europeo y el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. La pretensión máxima del Tratado, es lograr la creación de una Constitución Política Común; sin embargo, ante la crisis financiera que embate a la región, este objetivo se ve cada vez más lejano de alcanzar.