¿Quedará en sólo buenos propósitos?

“Si te pasas la vida convencido de que tu manera es

siempre la mejor, todas las ideas del mundo se te escaparán”.

Akio Morita. Cofundador de Sony

Los estudiosos de las ciencias sociales hablando de calidad total, afirman que no se puede definir lo que no se conoce; no se puede medir lo que no se define; no se puede controlar lo que no se mide, y no se puede mejorar lo que no se controla.
En este contexto, es de esperarse que cada vez que se acerca la finalización de un año, tanto las personas como las instituciones, realicen una evaluación de lo acontecido durante este periodo de tiempo que termina.
Evaluación que puede ser tan seria y productiva como valor tenga el principio de la planeación, toda vez que el recuento de las fortalezas y las debilidades son el insumo indispensable para avanzar en la visión del futuro deseable.
Sin duda, los resultados no son producto de la casualidad. Por el contrario, son la consecuencia de las acciones realizadas. En este contexto, los parámetros de positivo o negativo no son conceptos automáticos basados sólo en lo cuantitativo, si bien los números son indicadores fundamentales.
En la compleja realidad del mundo moderno, intervienen otros factores que explican, condicionan, matizan y/o proyectan circunstancias que permiten una interpretación más completa y objetiva de los resultados alcanzados o las metas no cumplidas.
Este año que termina, se caracteriza por su carácter de acontecimientos inéditos que le dan al desarrollo económico, político y social del país una serie de contextos diferentes, que lo sitúan en un escaparate, tanto al interior como en el plano internacional, en el cual la expectativa de los resultados que se vayan consolidando a lo largo del 2015, serán esenciales para legitimar las decisiones públicas y recuperar la confianza y credibilidad de los diferentes sectores de la sociedad.
En lo económico, la reforma fiscal no cumplió con las aspiraciones de una buena parte del sector productivo, agudizado en las zonas fronterizas. De igual manera el impacto esperado en el bolsillo de las familias deberá irse reflejando de manera puntual y en el corto plazo, a sabiendas de que el costo de la energía eléctrica, el gas y los combustibles implica un proceso que tiene que ver con fuertes inversiones y mejora sustantiva en la productividad, lo cual llevará tiempo.
Las reformas en materia electoral tendrán su prueba de fuego en un año en el que se renovarán un número importante de gobernaturas, presidencias municipales, congresos locales y federales. Los señalamientos ciudadanos a los gastos de campaña; la intervención de la delincuencia organizada; la legitimidad de los posibles candidatos y la transparencia de los comicios, generan grandes expectativas. Las cuales, adquieren matices y connotaciones muy puntuales y explícitas, dependiendo de los elementos coyunturales que entren en juego.
 
De entre toda la gama de temas que se pueden consignar para este proceso electoral, resalta el constatar y en su caso valorar, si los cambios, generales y particulares, tomando en cuenta los diferentes ámbitos de competencia, lograrán que el quehacer político sea capaz de mover al voto efectivo a un mayor número de electores.
En tal virtud, más allá del valor propio de la contabilidad electoral, en la que, teóricamente, un voto arriba del contrincante es suficiente para ganar una elección, la realidad es que ahora el resultado no deberá poner en duda la legitimidad para gobernar, no desde los resultados en lo numérico, asunto que se cuece aparte, sino desde la perspectiva de que esa es la voluntad mayoritaria.
En el caso específico de Quintana Roo, resaltan tres asignaturas que serán torales para mantener un rumbo más solvente, toda vez que las expectativas del crecimiento económico del país no resultaron ser las esperadas, y la crisis externa sigue socavando a las economías locales.
Por un lado, es indudable que ahora, más que nunca, la sinergia y la integración empresarial, jugará un papel protagónico. Su viabilidad y fortaleza, dependerá de erradicar, de una vez por todas, la falsa visión de aislamiento y alejamiento entre las regiones. El sector empresarial del Estado es uno, independientemente de que su acción directa se localice en una región determinada. Será necesario romper paradigmas y generar nuevas formas de participación y organización empresarial, más acordes con los tiempos actuales.
 
En segundo término. Las alianzas estratégicas entre el gobierno y los sectores productivos, deberán ser el vehículo para la toma de decisiones que permitan avances sustantivos en la preservación de empleos, reactivación económica de las empresas locales, y la distribución generalizada del circulante. Estas alianzas deberán precisar las decisiones que estén orientadas al logro de resultados para ambas partes. Es indudable que una economía sana y sólida, es aquella en la que la autoridad y la productividad van de la mano.
En tal virtud, la sociedad, las instituciones y los poderes públicos, en congruencia con sus atribuciones, funciones y derechos, están comprometidos a aportar su talento y capacidad, para que el tejido social garantice la oportunidad, para todos, de alcanzar plenamente ese futuro promisorio sin ninguna distinción.
Es por ello que establecer alianzas estratégicas, transparentes y a la vista de todos, entre los particulares y el gobierno da certidumbre, porque el factor medular que las sostiene es precisamente la credibilidad entre las partes.
Y esto tiene que ver con la tercera asignatura: el papel de los servidores públicos.
Credibilidad es confianza e induce como inercia lógica a crear. Se edifica el futuro cuando se cree en el futuro. Hay certidumbre y credibilidad cuando las políticas públicas y los planes de gobierno se orientan a facilitar las iniciativas ciudadanas, toda vez que es la misma sociedad la que genera el crecimiento y el desarrollo. La certidumbre y la credibilidad detonan, casi en automático, una actitud emprendedora.
El ciudadano que invierte, dirige una empresa y arriesga su patrimonio, el ciudadano del campo y de las zonas indígenas, y el que recorre las calles en busca de oportunidades, esperan que el poder público sea un facilitador y un promotor mediante una visión, viable, tangible y posible.
Y por otro lado, recabar directamente de los diversos actores de la sociedad, la información más precisa y real posible, respecto a sus demandas concretas, sus iniciativas de desarrollo, y una serie de propuestas de acciones y proyectos, en todas las áreas del quehacer colectivo, que orienten y sustenten lo que en su momento se traducirá en el plan de gobierno.
El cierre de pequeñas empresas, la proliferación de la economía informal, el endurecimiento y persecución fiscal a los contribuyentes por los tres órdenes de gobierno, la permanente pérdida de empleos que es el activo más valioso de cualquier empresa, y el acelerado deterioro del poder de compra del salario, inhiben la inversión y lesionan la competitividad de todas las actividades productivas, y dicho esto sin profundizar en el alarmante impacto social que genera una crisis económica permanente, esperan una respuesta contundente.
En resumen, los buenos propósitos para un año que será definitorio en el futuro inmediato, se enfrentan, una vez más, con asignaturas pendientes por saldar.