La importancia de la actitud: ¿somos libres o esclavos?

Esclavitud es depender de otros o de las circunstancias. Si una persona hace responsable a los demás de sus resultados o de su estado de ánimo, está reconociendo que son ellos quienes tienen el control de su trabajo y de sus emociones. “Si los demás hacen bien las cosas: entonces a mi me irá bien; si los demás me tratan como quiero, entonces seré feliz”.  Pensar así implica que nuestra dicha y resultados dependen de cómo se comportan los demás, no de nuestras propias decisiones. Eso nos convierte en seres dependientes. Cuando la presencia de otra persona nos pone de mal humor, le estamos otorgando el poder de controlar nuestro estado de ánimo; de pronto nos volvemos esclavos de alguien que nos cae mal y ni siquiera sabe que es nuestro amo. Si culpamos a las circunstancias por la calidad de vida que tenemos estamos renunciando a nuestro derecho y capacidad para decidir qué será de nuestra vida. Hay mucha gente sin estudios universitarios que no se considera infeliz, ni fracasada; incluso podemos estudiar como adultos o desenvolvernos profesionalmente sin estudios universitarios.
A pesar de las circunstancias
La verdadera libertad humana radica en que siempre podemos elegir cómo responder ante cualquier circunstancia. Es cierto que no tenemos la posibilidad de elegir lo que sucede en buena parte de nuestras vidas: no controlamos el clima, ni la bolsa de valores, ni si alguien roba nuestro automóvil o si nuestros colaboradores, compañeros o pareja son honestos, honrados y fieles; pero lo que sí podemos controlar es cómo respondemos ante lo que nos sucede. Ser libre no es hacer lo que me venga en gana, sino darme cuenta que siempre puedo decidir como responder ante cualquier situación. Pensemos en el caso de que alguien no haga bien su trabajo y afecte nuestro desempeño.
De nosotros no depende cómo se desempeñen, pero si, decidir qué hacer para minimizar los daños o para evitar que vuelva a suceder. Podemos enfrentar esa situación sumamente molestos o decidir no echar a perder nuestro día por ese inconveniente. Otro ejemplo surge cuando nos enfrentamos a un evento en el cual nuestros colaboradores han sido deshonestos; de igual manera pasa con el adulterio, la mentira, el enojo, la desesperación, la imprudencia, ofender a otros y demás situaciones que después de cometerlas tratamos de justificar con argumentos como “no tenía otra opción”, o “¿qué más podía hacer?”. Todas estas acciones son resultado de nuestras  decisiones y como tales somos totalmente responsables de ellas y de sus consecuencias, siendo honestos en mi opinión su nombre es esclavitud”.
¿Quién es libre?
Una persona con actitud libre se concentra en buscar qué puede hacer para enfrentar lo que le está sucediendo en lugar de buscar a quien culpar. Podemos ser personas más libres si tomamos la responsabilidad de nuestra respuesta ante lo que nos sucede. Tal vez tu no puedes modificar la forma de ser de tu amiga(o), colega o pareja, pero si puedes cambiar la manera de relacionarte con ellos. Si tiene problemas de comunicación, puedes, pedir ayuda profesional o negar el hecho y echarle la culpa a la diferencia cultural y continuar con el problema. Cuando tenemos una actitud esclava solemos tomar el papel de espectadores, pensando que no hay nada qué hacer, pues nos creemos pobres víctimas.
Una actitud libre, por el contrario, nos convierte en protagonistas que, aunque reconozcamos que no podemos modificar toda la realidad, asumimos el reto de cambiar parte de nuestra realidad. Un claro ejemplo podemos tenerlo en dos personas que pierden sus piernas: una actitud de esclavo puede motivar a una de ellas a aislarse en su casa, dejar de trabajar o incluso salir a pedir ayuda económica, mientras que si la otra toma una actitud de libre puede convertirse en un atleta de deportes especiales. Y compartir su testimonio de vida…que la vida tiene sentido bajo cualquier circunstancia! ¿Cómo vas a decidir responder la próxima vez que te encuentres en circunstancias desfavorables? Depende solamente de ti!!!