¿Estamos preparados para el cambio?

En promedio 3 de cada 10 nuevas empresas mueren en su primer año de vida; y el 70 % cierra antes de que cumplan 5 años. Entre 2004 y 2009 la tasa de creación anual de empresas fue de 3.7% mientras que entre 2009 y 2014 fue de 1.9%
El mundo se transformó en las últimas décadas, y lo hizo de una manera tan profunda y vertiginosa, que nos exige un cambio drástico en nuestra cultura empresarial: la forma de hacer negocios, las herramientas e incluso la tecnología que hoy utilizamos, ya no servirán en un futuro próximo.
El uso de la tecnología e internet en la última mitad del siglo XX ha cambiado exponencialmente la forma en que nos relacionamos entre las personas y cómo creamos empresas y negocios.
Para comprender la medida de estos cambios, podemos hacer una comparación histórica. Se estima que si reuniéramos todo el conocimiento generado desde el inicio de la civilización humana hasta el año 2003, tendríamos 6 exabytes de datos. Hoy en día, ese mismo volumen de información es creado cada dos días. De tal magnitud es el crecimiento exponencial. Estamos creando conocimiento e información a un ritmo sin precedentes. ¿Pero cómo hacemos para analizarla y aprovecharla?
Los modelos de negocios tradicionales, muy pronto quedarán desactualizados. Las nuevas empresas disruptivas son pequeñas, ágiles, revolucionan industrias enteras y crean riqueza a una velocidad nunca antes vista.
Salim ISMAIL, en su libro “Exponential Organization”, identifica algunas características de las empresas que mejor se han adaptado al mundo actual: hacen uso de tecnologías colaborativas y exponenciales, tienen equipos multidisciplinares y autoridad distribuida, tienen procesos escalables y una misión con un propósito transformativo masivo, entre otras cosas.
¿Cómo estamos reaccionando en México ante estos cambios? Analicemos algunos datos iniciales para calibrar el tamaño de nuestro reto. Somos un país de Pymes: el 95% de los establecimientos tienen 10 ó menos empleados; y son estas empresas las que generan mayor cantidad de empleo. Sin embargo, estamos creando menos negocios: entre 2004 y 2009 la tasa de creación anual de empresas fue de 3.7% mientras que entre 2009 y 2014 fue de 1.9%, es decir se ha reducido casi a la mitad.
Y además, nuestras empresas mueren muy rápido. En promedio 3 de cada 10 nuevas empresas mueren en su primer año de vida; y el 70 % cierra antes de que cumplan 5 años.
¿Qué necesitamos entonces? Más capacitación, más acceso al capital y al crédito, regulación sencilla y promotora. Debemos construir política pública que atienda las vocaciones productivas de cada región, para impulsar la competitividad de acuerdo a lo que cada quien sabe hacer. Y necesitamos construir modelos de triple hélice: según la especialidad de cada región, la política pública, las universidades y centros de investigación y los empresarios deben unirse para abonar a su competitividad y productividad, y así, generar más valor.
Enfoquemos, por un lado, nuestra política a los segmentos donde mayor empleo generamos y que aún tienen grandes retos en productividad, como el comercio al por menor, el turismo y la industria gastronómica. Por otro lado, enfilemos nuestros esfuerzos en fortalecer las cadenas de proveeduría en los sectores de alta productividad con potencial de crecer, como autopartes, agroindustria, aeroespacial y electricidad-electrónica.
Pero además de todo esto, y principalmente, necesitamos crear una nueva cultura empresarial; que genere un nuevo tipo de empresas: disruptivas, innovadoras, sustentables, que aprovechen el mundo que se está abriendo ante nosotros. Hoy, de las empresas pequeñas -que son el 9 de cada 10- el 84% ni siquiera utiliza internet; el camino que debemos recorrer es largo. Tenemos la oportunidad de dar un salto hacia un nuevo modelo de desarrollo, pero debemos hacerlo YA, y tenemos que hacerlo con profundidad. El futuro no nos esperará.