El momento de la unión Latinoamericana: ¡Gracias Trump!

 La Alianza del Pacífico entró en vigor en el año 2012, es hora de un verdadero acercamiento con el Cono Sur

En la edición de la Revista GENTE de junio del 2012 (Año 6, No. 40), escribimos un artículo intitulado “La Integración Regional. Análisis y Proyección en América Latina”.  Si regresamos a ese análisis publicado hace ya casi 5 años, podemos ver que el argumento concluyente se refería a la débil intención de las naciones latinoamericanas, por lograr una integración profunda y consolidada. Mostrábamos un mapa de los diversos bloques económicos vigentes en el continente americano, haciendo énfasis en los liderazgos excluyentes que representaba cada subregión.
Ante tal divergencia de intereses y enfoques ideológicos, el sueño bolivariano del unionismo latinoamericano parecía una utopía perenne. Irónicamente hoy, ante las amenazas y posturas disruptivas que deliberadamente presenta el flamante gobierno estadounidense, pareciera que se abre inesperadamente, la puerta a una nueva era latinoamericanista.
Hemos visto cómo en la sociedad mexicana se siente el nacionalismo a flor de piel, donde por primera vez en mucho tiempo, los mexicanos nos sentimos uno y todos a la vez, tratando de levantar, aunque sea un poco, nuestra tan pisoteada dignidad. Esto ha implicado también una profunda reflexión sobre cómo hemos manejado nuestra política económica interna y exterior, al volvernos netamente dependientes de la economía de nuestro vecino del norte.
Esto no es nada nuevo, todos lo sabemos y lo hemos sabido siempre. Aun con las constantes alertas, publicaciones, estudios y análisis que hemos hecho, sobre la imperiosa necesidad de impulsar la diversidad mercantil y la sectorización productiva industrial de nuestro país, la economía se ha mantenido por la vía fácil de la exportación de materia prima, oferta de mano de obra barata y  rentismo transnacional.
Ahora, ante un inminente escenario de paradigmas inesperados y especulativos, donde nuestra preciada relación con nuestro “socio estrella” se derrumba, nos vemos forzados a impulsar estrategias alternativas y alianzas con otros países y regiones, para garantizar nuestra propia subsistencia en este caótico sistema global.
En este sentido y por fortuna nuestra, los bandazos políticos y medidas poco estratégicas adoptadas por Trump en sus primeras semanas de mandato, no sólo afectan en gran medida nuestros intereses, sino los del mundo entero. Europa, Asia y por supuesto América Latina, ahora mismo desarrollan sus propias estrategias para afrontar lo nada predecible de los próximos años, buscando nuevos mercados y alianzas.
Así, vemos por ejemplo, a un gobierno argentino que aprovecha las coyunturas actuales, tanto en el mundo como en el Cono Sur (con una Venezuela devastada política, económica y socialmente y un Brasil que sangra día a día, con escándalos inconcebibles de corrupción gubernamental a escala global), para tomar el liderazgo subcontinental de la integración, tratando de renovar al Mercosur y comenzar diálogos de acercamiento entre éste bloque de tanta tradición y la Alianza del Pacífico que, como recordamos, según el artículo arriba mencionado, es el bloque conformado por México, Colombia, Chile y Perú que entró en vigor en el 2012 y que implica para México, un puente medular de acercamiento al Cono Sur.
Hasta hace un par de años, una alianza MERCOSUR – ALIANZA DEL PACÍFICO era muy improbable, principalmente por la adversidad de ideologías políticas entre los miembros de uno y otro bloques. Argentina, Brasil y Venezuela coincidían con la política izquierdista y muy proteccionista que veía con malos ojos a la entonces recién creada Alianza del Pacífico; al considerarla un instrumento meramente librecambista, sin compromisos serios por la integración profunda regional; principalmente considerando los gobiernos neoliberales de México y Colombia.
A diferencia de ese escenario no tan distante, hoy en día Brasil cuenta con un gobierno que se inclina hacia la apertura económica y comercial con Michael Temer (presidente interino, después de la destitución de Dilma Rousseff), que concuerda plenamente con las políticas liberales del empresario – presidente argentino, Maurcio Macri. Esta afinidad de los dos grandes sudamericanos, ya dio los primeros indicios de concordancia política, al haber suspendido a Venezuela de su membresía plena del MERCOSUR, por violación de derechos humanos y falta de cumplimiento en los estatutos base del propio bloque.
Entonces, este nuevo escenario de políticas afines regionales, abre de manera realista la posibilidad de alianzas consolidadas entre el norte y el sur de Latinoamérica, con Chile como un estratégico interlocutor intermediario de las negociaciones.
Tanto el gobierno mexicano, como los gobiernos brasileño, argentino y chileno han no nada más expresado su firme intención por lograr acercamientos contundentes entre las partes, sino que están generado los primeros encuentros y consensos que esperemos deriven en la tan anhelada profundización de la integración latinoamericana.
Probablemente en unos años estemos agradeciéndole el bloqueo a Trump; cuando nos veamos produciendo e intercambiando mercancías, servicios y personas, con y para nuestros hermanos latinoamericanos; con sectores de la producción diversificados, una industria fortalecida y mercados internos consolidados. ¿Si no es ahora, cuándo?