Vivir quejándose: un mal hábito

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Vivir Quejándose. Quejarse es un mal hábito que tienen muchas personas y que les impide contar con paz interior, diálogo interno y éxito subconsciente. Algunas se deleitan buscando de qué quejarse para tener un tema de conversación generalmente negativo que no conduce a nada. Las personas incluso saben que quejarse no cambia las situaciones, ni tampoco mejora las cosas, sin embargo le agrada poner en evidencia que la realidad nunca es grata.


Son muchos los perjuicios causados por las quejas que algunos tienen día a día. Quejarse nos pone en una frecuencia negativa, nos hace ver la vida de manera pesimista y lo peor de todo, al quejarnos descargamos la culpa en algo o alguien más, creyendo que con esto nos libraremos de la responsabilidad.

Si nos detuviéramos un poco a revisar las cosas buenas que rodean nuestra vida, seguramente muchos quedaríamos sorprendidos al ver aspectos de nuestra que son muy valiosos y que sencillamente aceptamos como “normales” sin darnos cuenta que esa “normalidad”, no todas las personas la tienen.


Vivir Quejándose. Elementos como la salud, techo, comida, agua, electricidad, familia, amistades, no siempre están presentes en todas las personas, de manera que los que tenemos la dicha de contar con ellos, tenemos motivos para celebrar. Si agregamos otros como un trabajo, tiempo para disfrutar, el dinero suficiente para cubrir las necesidades básicas o algunos bienes materiales, entre otros, las razones para dar gracias a la vida se incrementan.


Sin embargo, a pesar de todas estas cosas buenas que tenemos, muchas personas viven en un permanente lamento y se empeñan en resaltar todos los aspectos negativos que se les pueden presentar como consecuencia lógica del devenir de la vida.

Quieren tener un carro, pero les molesta pagar el seguro o el mantenimiento, quieren vivir en pareja, pero se quejan de los defectos de la que tienen, deciden tener hijos y se quejan de ellos, no les gusta el trabajo que tienen, pero en lugar de cambiarse arrastran los pies para ir a su oficina, y así se les va el tiempo quejándose de las cuentas por pagar, del calor, del frío, de la sequía, de la lluvia, del jefe, de los compañeros de trabajo, etc.


En síntesis, hacen de la queja su manera de vivir. El problema no está en las lamentaciones en sí, sino en lo que hacemos con ellas y el valor que le damos. Podemos usar la queja como una válvula de escape ante una situación que nos desagrada pero podemos quedarnos colgados de ella y convertirla en una forma permanente de enfrentar las más diversas situaciones.


Vivir Quejándose. El problema se torna más serio, porque las personas “adictas” a la queja no suelen reconocer que han hecho de la queja un estilo de vida, un hábito dañino que les corta la posibilidad de disfrutar y vivir la vida de una manera más plena y agradable, haciendo no sólo su vida insoportable, sino también, la vida de sus seres queridos más cercanos quienes no encuentran la manera de lidiar con esas actitudes y algunas veces optan por apartarse, cansados de intentos frustrados de generar un cambio.

Vivir quejandose


A veces quienes más se quejan son los que menos motivos tienen. Y es que probablemente las personas de escasos recursos o los más desafortunados, han aprendido bien temprano en la vida que quejarse no sirve de nada, es mejor subirse las mangas y poner manos a la obra si deseas cambiar tu realidad.


Para esto es necesario hacer un análisis personal y ordenar las cosas que nos incomodan de nosotros mismos, trazar una ruta a seguir pero sobre todo diseñar una estrategia clara y precisa de qué pasos seguir para ordenar nuestra vida; para realizar esto, se puede recomendar ayuda psicológica (pues no es lo mismo estar dentro del problema que fuera de este) para apoyarnos en esta travesía buscando nuestra paz interior y un bienestar común.


Hay que tener una actitud positiva hacia la vida y una buena disposición para a aceptar las situaciones e incluso aceptar uno mismo que se tiene el mal habito de quejarse. Abrir posibilidades y pasar a la acción. No podemos confundir la insatisfacción con la queja, por que la insatisfacción mueve a la gente a cambiar.

A crear cosas, soluciones, inventos y  mejoras. Por lo tanto la insatisfacción suele ser saludable cuando se convierte en la motivación a la superación. Ahora, deja de ser saludable cuando se queda estancada en forma de queja y no de acción creativa para la mejora de nuestras circunstancias.


Vivir Quejándose. Romper con el mal hábito. La queja es apartarse del problema y no reconocer que uno tiene responsabilidad para poder abordar una solución. Por ejemplo, cuando se queja de estar gordo pero no se cuida la alimentación, ni el hacer ejercicio, se queja de la rutina y no se hace nada para cambiarla, se queja de tu trabajo pero no se es capaz de buscar otro o de prepararse para adquirir nuevas capacidades y relaciones que abran paso a ello.

Nada ganamos con mantenernos en la queja esperando que las cosas cambien. Es necesario asumir la responsabilidad y actuar en bien de aquello que queremos cambiar.


No caigas en el conformismo de decir: Así soy yo. Una manera para dejar de quejarse es evitar los pensamientos negativos que cruzan por la mente. Conforme obtengas claridad y conciencia sobre tu propio ser, te darás cuenta de que eres una gran persona con valores y principios, y que el negativismo es algo que puedes cambiar si no llegas a aceptarlo como parte de ti.


Otra manera que ayudará a dejar de quejarse es evitar a personas quejosas, criticonas y chismosas, estas personas no nos ayudaran a salir de este mal hábito. La queja es contagiosa y predispone a los demás a quejarse; tiende a expandirse, se enquista en todo campo propicio y se convierte en una forma de ser. Empieza hoy a no quejarte de absolutamente nada, ni del calor, ni la inflación, ni de la crisis o de los dolores nuestros de cada día que se suelen agravar con cada queja.


Vivir Quejándose. Cuando te encuentres quejándote, detente y pregúntate si deseas seguir negando la responsabilidad por tu realidad o si prefieres recuperar un poco de esa responsabilidad. Tal vez estés listo para asumir más responsabilidad, o tal vez no, pero has lo posible para tomar esa decisión conscientemente. ¿Quieres compasión por crear lo que no quieres, o quieres felicitaciones por crear lo que quieres? Una persona que realmente quiere dejar de quejarse empezará por asumir su responsabilidad total.

Vivir quejandose: un mal hábito