América Latina ante una China de crecimiento incesante

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Por Rebeca Rodríguez Minor

China se ha consolidado como país pionero en oferta y demanda global  

AMERICA LATINA. Es bien sabido el ritmo de crecimiento económico que China ha alcanzado a través de los años. Para que nos demos una idea del ritmo incesante que este gran país tiene, en los últimos 25 años, su PIB anual en promedio ha crecido 9.14% (Trading Economics 2014) y se considera que para antes del 2030, el gigante asiático bien pudiera rebasar a Estados Unidos, convirtiéndose en la primera economía del mundo.

China se ha consolidado como país pionero en oferta y demanda global y ha sido de gran soporte para subsanar los déficits fiscales de economías como la de Estados Unidos, después de la crisis del 2008 (Nye; 2010).


Las tendencias mercantiles y los flujos de capital internacionales se ven directamente influenciados por el mercado chino, que ahora ha decidido modificar radicalmente su estrategia de empoderamiento. Después de  penetrar implacablemente en los mercados globales, con una política económica basada en la exportación de productos, ahora el gobierno ha decidido dirigir su potencialidad productiva al mercado interno.

Al tratarse de un mercado cautivo de más de 1,300 millones de potentes compradores,  el gobierno tiene la confianza de poder mantener su macroeconomía estable y estándares competitivos altos bajo una estrategia de mercado reforzada y supervisada por el estado.

AMERICA LATINA ENFRENTA A UN GIGANTE


Pero, ¿cómo afectan los planes de desarrollo interno que planea China, a los mercados internacionales? En definitiva, los mercados foráneos tendrán que adaptarse a los requerimientos del país asiático. Por un lado, aunque disminuya la exportación de productos chinos, el mundo difícilmente dejará de depender de las mercancías chinas. Es mucha la demanda y pocos los ofertantes.

A la vez, la demanda china de materias primas aumenta notablemente; éstas se transforman internamente en bienes de consumo final y comienzan a dirigirse al mercado doméstico.


América Latina juega un papel estratégico como proveedor de materias primas a China y por ende, en los últimos años hemos visto cómo las relaciones entre el gigante asiático y nuestra región,  se han incrementado de manera impresionante. En 2013, el comercio bilateral entre China y América Latina llegó a $270.000 millones y la inversión directa no financiera de China en Latinoamérica alcanzó los $15.000 millones.


 Como ejemplo; podemos ver que en la primera década de este siglo, las exportaciones brasileñas al país asiático aumentaron de $1.1 a 30.8 billones, pasando del 2 al 15% de las exportaciones totales. De igual forma, las importaciones desde China crecieron de un 2% a 14% del total, en el mismo periodo (de $1.2 a $25.6 billones). (IPEA; 2011) En abril de 2010, ambos gobiernos firmaron el “JointAction Plan Brazil-China 2010-2014”, para impulsar todavía más sus relaciones, en sectores como el energético, la minería, la agricultura, financiamiento, tecnología, ciencia e innovación, educación, entre otras áreas.

De igual forma, el gobierno de Xi Jinping ha demostrado un inusual interés por impulsar sus relaciones con México y Argentina; naciones que, al igual que Brasil, se vuelven muy atractivas para el empresariado chino, gracias a las reformas estructurales –como la energética en territorio azteca- y planes estratégicos en el sector industrial – como los proyectados recientemente tanto en Brasilia como en Buenos Aires.


Específicamente entre China y México, en el 2013 se lograron concertar tres reuniones a nivel presidencial en tan sólo seis meses, donde ambos gobiernos se han centrado en firmar acuerdos para la penetración de productos agroindustriales mexicanos al territorio chino, fomento a la inversión empresarial y firma de un protocolo para elevar el nivel de su relación a una Alianza Estratégica Integral.


Los intereses económicos chinos y latinoamericanos son complementarios, aunque no en todos los mercados. Con la impresionante demanda china de productos primarios, todos se ven beneficiados, pero diversas exportaciones chinas a la región, afectan directamente ciertas líneas de producción (textil o electrónica) de países como México o Centroamérica, por su alto grado de competencia que presiona a la manufactura local.


Así, es necesario que tanto China como Latinoamérica, en aras de mantener una relación fructífera y sostenible a largo plazo, optimicen la estructura de sus respectivas exportaciones, garantizando la complementariedad comercial. De no atender este importantísimo aspecto, América Latina estará una vez más, cayendo en el juego de la dependencia económica a una supra-potencia mercantil y económica, en detrimento del propio desarrollo regional.


Todo dependerá del poder de negociación latinoamericano con su contraparte, para garantizar un verdadero beneficio compartido y no se trate de una mera extracción de recursos naturales.


RECUADRO: ¿Cómo afectan los planes de desarrollo interno que planea China, a los mercados internacionales?

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